Esta es la primera vez que Psychoanalysis.Today se presenta a sus lectores, y los Editores me pidieron amablemente que escribiese uno de los artículos inaugurales, contribución que realizo encantado. Para mí es un honor, un placer y al mismo tiempo un desafío, porque el tema propuesto para esta primera edición no es habitual ni académico.
Como analistas, sabemos que en la vida psíquica el concepto de “primera vez” requiere una compleja consideración y debe ser tratado con un grado de evaluación “en suspenso”: lo que puede aparecer (y objetivamente puede ser) previamente desoído para los niveles conscientes del Ego Central, puede no serlo para otras partes de la persona, y viceversa.
Aquello que el paciente nos refiere, es real y verdaderamente una “primera vez”? ¿“Cuánto es” así y en qué nivel interno? Por ejemplo, muchas situaciones que en la realidad externa son reconocidas como una “primera vez” pueden ser experimentadas como equivalentes al nacimiento, y pueden resonar de tal manera – de forma buena y mala- profundamente dentro de nosotros; una persona puede repetir algo no recordado involuntariamente, y puede pensar conscientemente que es la primera vez que experimenta esa situación: esto puede ser cierto históricamente, pero no internamente en otros niveles de experiencia.
En resumen, la pregunta que se debe plantear todo psicoanalista, cuando se enfrenta con una historia de “primera vez”, es: es realmente una primera vez…?
Por lo tanto, el contraste entre la atemporalidad del inconciente y la temporalidad del proceso secundario puede dificultar la distinción entre primeras veces “reales” (“primera” temporal e históricamente) y “verdaderas” primeras veces (por ej. aquellas que lo fueron en todos los niveles internos); y tal vez no sea accidental que los dos conceptos en italiano “tempo” (“tiempo” en español, “temps” en francés, “Zeit” en alemán) y “volta” (“vez” en español, “fois” en francés, “Mal” en alemán) se expresan usando la misma palabra en inglés: “time”.
Observando desde una perspectiva diferente, un cierto prejuicio teñido con desconfianza puede llevarnos, como analistas, a percibir una repetición neurótica donde sería más exacto hablar de “recurrencia”, no necesariamente relacionado con la patología, o inclusive con mecanismos orientados por el instinto de muerte: cierta represión es fisiológica y permite recurrencias estacionales u ocasionales (en muchos tratamientos, ciertos fechas significativas son grabadas y experimentadas primero por el inconsciente y subsecuentemente emergen en la conciencia). En otros casos inclusive podemos registrar signos positivos de un profundo “redescubrimiento”) (Bolognini, 2006), un desarrollo decididamente vital en la relación con el Self y el objeto, que sin embargo la persona registra conscientemente como una “primera vez”.
Este es el caso en relaciones amorosas, en las que la cualidad de la experiencia es radicalmente diferente de otras “veces” previas: pueden ser similares en términos de eventos externos (enamoramiento, besos, relación sexual), pero falta el redescubrimiento de la relación con un objeto libidinal y afectivo profundo tal como lo eran los objetos originales.
En todo caso, es fácil observar en general de qué modo mucha gente revela su propio estilo personal y aptitud caracterológica básica al enfrentar y experimentar la mayoría de sus “primeras veces”: excepto en casos de una predominancia dominante de los hechos externos, hay personas que dramatizan cada giro inesperado, y otras que mantienen un buen balance y un contacto interno integrado aún cuando se enfrentan con un esfuerzo imprevisto y completamente nuevo.
Escenarios internos, ansiedades subyacentes, recursos vitales y fe en la relación objetal, recursos saludables o insuficientes y patológicamente narcisistas, temperamentos y estilos personales, todos juegan un papel determinante en la forma en que los individuos reaccionan cuando se enfrentan con algo nuevo.
El segundo aspecto que quisiera considerar se refiere a las defensas más comunes con las que en análisis (pero también en la vida), las experiencias de iniciación de los principiantes son informadas y descriptas al interlocutor y a sí mismos.
Con mucha frecuencia las historias de “primera vez” de hecho son idealizadas defensivamente, y en su mayor parte no reflejan la complejidad de la situación real, o inclusive la subjetiva: la tendencia es a relatar (o “a relatarse a uno mismo”) una versión simplificada, estilizada y “teñida de rosa”, sobre todo para construir una imagen de sí reaseguradora, resuelta y exitosa.
Cuando describe retrospectivamente sus propias “primeras veces”, con frecuencia el narrador tiene a esconder, por razones obviamente narcisistas, las dificultades y adversidades sufridas en las situaciones de los comienzos, cualesquiera hayan sido: esto es verdad para el tema más clásico: el primer encuentro sexual, con frecuencia mencionado con un aire presumido y triunfante, o dado por verdadero); el primer viaje al exterior (donde las inevitables experiencias iniciales de desorientación y una cierta vergüenza por las equivocaciones verbales son ignoradas); la primera experiencia laboral (en Like wind, Like wave, 2006, yo relaté la historia de mi primera aparición en los pasillos del hospital usando el guardapolvo blanco de “doctor”, y no es un recuerdo glorioso…); el primer día de escuela (ansiedades de separación de variada intensidad, niños llorando, etc.); por supuesto la lista puede seguir y seguir, porque la vida está llena de “primeras veces’ llena al menos de numerosos altibajos.
En la mayoría de las narrativas cotidianas, sin embargo, mucha gente tiende a informar oficialmente sobre grandes éxitos y confirmaciones positivas de sus propias e indudables cualidades y habilidades innatas: todas felizmente “relajadas”, todas más allá del arco de fuego de los distintos equivalentes de las ceremonias de iniciación, en una atmósfera de auto afirmación narcisista gloriosa que esconde y niega los temores verdaderamente humanos y la natural incompetencia del novato.
En contraste, otros se mantienen trágicamente apegados al trauma del fracaso, sin utilizar siquiera el camino de escape de la negación elusiva o el rechazo maníaco, y desde ese momento en adelante se reacomodan para evitar completamente toda posible repetición de la experiencia: son “solamente primerizos”.
Algunos, estructuralmente “perdedores”, se resignan simple y tristemente a un destino de castración y exclusión, con la “pérdida completa” de su “capital” narcisista y serias consecuencias para su propio sentimiento de sí mismo; mientras que otros proyectan sus propios sentimientos de futilidad en el mundo exterior: es el síndrome de “la zorra y las uvas”, en el que no habrá una segunda vez, luego de un primer intento fallido, porque el objeto de la situación “no vale la pena”.
Finalmente, otros protegerán su propio narcisismo culpando sus fracasos a perseguidores externos malignos.
A diferencia de esto, y hablando aún en general, se debe notar que las creencias populares dan crédito a una curiosa excepción a las desventajas obvias de la experiencia de los “primerizos”: es el mito popular de la así llamada “suerte del principiante”, que se acredita a los novatos, cuando se habla sobre el juego, en el que se considera que la habilidad individual tiene menos influencia que la preponderante importancia de la suerte. En resumen, estamos en el reino del pensamiento mágico, y por lo tanto a la regresión de modos más primitivos de funcionamiento psíquico.
Es diferente en el caso de los individuos con “autoconfianza” narcisista, que están sustentados en una fuerte fe en sí mismos, quienes gracias a este “capital” básico positivo enfrentan los obstáculos inherentes a las experiencias de “primera vez”, con una actitud genuinamente positiva, lo que verdaderamente les facilita la tarea: ellos pueden enfrentar verdaderamente las primeras veces sin el peso de demasiados fantasmas negativos, y esto les permite vivir la experiencia de una manera serena y humanizada.
Sin embargo, es una experiencia común que en muchos casos, las “primeras veces” reales, en cualquier campo de la vida, no conducen a la conducta de la “Estrella de cine americano”: de hecho, esto sucede solo en las películas: en ellas se mueven en una dimensión estetizante, bajando de los autos con una expresión intensa, abandonándolos en el medio del camino con las puertas abiertas (aún así nadie los roba) , con confianza y sin dudar conducen alrededor de ciudades en las que nunca han estado, como si estuvieran en su casa; prueban hacer algo que nunca hicieron y tienen un éxito inmediato, abriendo nuevos horizontes y llevándolos a un “punto de inflexión” en sus vidas, etcétera, etcétera.
En sus acrobáticas persecuciones a alta velocidad, 007 salta al primer automóvil o se monta a la primera motocicleta que encuentra en la calle, y sin vacilar, conduce con una asombrosa maestría; por otra parte, una persona real, perdería una considerable cantidad de tiempo tratando de darse cuenta cómo arrancar o donde está la marcha atrás, y así de seguido.
Las “primeras veces” de estos personajes son falsas. Sirven para crear la ilusión narcisista de los espectadores, sobre la base del principio de placer, donde la omnipotencia se puede obtener y todo lo que tienen que hacer es creer y recobrar su dominio.
En muchos casos, las verdaderas primeras veces son bosquejos, esquemas, borradores toscos más o menos experimentales, intentos por ensayo y error que “resultan en la medida que resultan” ; por supuesto la leyenda cuenta que Cimabue ya vió al futuro gran artista en el pequeño Giotto gracias al círculo perfecto que el pastor dibujó con tiza sobre una piedra, sin la necesidad de posteriores intentos o correcciones.
Pero los historiadores del arte saben muy bien que aún los mejores y más expertos artistas de cada época hacen correcciones, con tanta frecuencia que el término que se da a estos cambios es “pentimenti” (literalmente “arrepentimiento” en italiano).
La vida es acerca de aprender, crecer, cambiar, mejorar de a poco, despacio, dolorosamente: esta es la verdadera realidad, más allá de las idealizaciones y los excitantes cambios de argumento que quisiéramos ver producirse. Como solían decir los antiguos romanos, “cito, tuto et iucunde”: “rápidamente, sin peligro y alegremente”, como en las fábulas de otros tiempos y en los dibujos animados de la actualidad.
Bien sabemos que lo mismo es cierto para el análisis, aún si luego de algunas sesiones parece ser que el paciente ha llegado sustancial y definitivamente a un “momento crucial”: sin embargo, un progreso positivo consistente ocasional es una cosa, mientras que un cambio profundo, estable, estructurado y duradero, resultado de un proceso de real maduración, es otra distinta. En nuestra realidad clínica, no hay milagros y requiere mucho tiempo, paciencia y trabajo cambiar a una persona.
Y Psychoanalysis.Today?
La primera edición, que ustedes están leyendo ahora, ha sido denominada “ Edición cero” para simbolizar su naturaleza originalmente experimental.
Sin embargo, es una suerte de nacimiento, y esto nos excita y estimula, aún cuando somos concientes de sus limitaciones iniciales; los equivalentes parentales APsaA/NAPsaC, EPF, FEPAL e IPA están felices y deseosos de proveer alimento, cuidado y sostén a esta nueva criatura editorial para ayudarla a crecer hacia una publicación útil, original y valedera, que deseamos tenga una larga y saludable vida frente a sí.
Al mismo tiempo, sabemos que llevará un largo tiempo y mucho trabajo para desarrollarlo y consolidarlo verdaderamente. Estamos comenzando lo que sabemos y tenemos, dirigidos por un fuerte deseo de presentar las diferentes tendencias psicoanalíticas alrededor del mundo de una manera directa y no convencional.
Todos nosotros, los directivos de las organizaciones socias y los miembros del Comité Editorial, hemos trabajado arduamente con el objeto de sentar las bases para una colaboración real y continua, que sea a la vez respetuosa de las especificidades regionales y abierta a la innovación.
En este clima creativo, con esta “primera vez”, Psychoanalysis.Today ha nacido, en el verdadero sentido de la palabra, determinado a crecer, desarrollarse y extender el pensamiento psicoanalítico contemporáneo a lo lejos y a lo ancho.
Bibliograf í a
Bolognini, S. “Todas as vezes que…: a repeticao entre o pasado, o presente o futuro temido e o futuro potencial na experiencia analítica” Revista de Psicanalise da SPPA, 13, 2, 307-324, 2006
Bolognini, S. “LIke Wind, Like Wave”, Other Press, New York, 2006
Come vento, come onda: dalla finestra di uno psicoanalista, I nostril (bi) sogni di Gloria, Bollati Boringhieri, 1999