Actualmente, se compara y se asocia con frecuencia al coronavirus con el cambio climático.
Ambas crisis podrían hacernos tomar conciencia de la dependencia, de la que no nos podemos escapar: dependencia mutua, dependencia global de cadenas de proveedores, procesos de producción, divisas. Pero el coronavirus nos vuelve conscientes de todo esto mucho más rápido que la catástrofe climática. La pandemia nos hace sentir la aceleración omnipresente, porque la interrupción de la actividad llevó a una paralización real: no se siente el ajetreo, hay más oportunidades para reflexionar y confrontarnos con la cuestión: ¿para qué estoy en el mundo? Se difunden historias sobre la laguna de Venecia, que ahora está limpia y a la cual volvieron los peces, y sobre el número creciente de pájaros cantores en Europa. Eso da esperanza en un mundo, en el que solo reinaba la resignación. Al mismo tiempo, el aumento del desempleo y la pobreza como consecuencia de la pandemia nos muestra que un ideal romántico sin nuevos conceptos conduce a la destrucción y al retroceso, y probablemente también conduzca al retorno a viejos métodos y objetivos, cuando haya pasado el confinamiento. Nuevos conceptos implicarían, entonces, soluciones ‘más verdes’ y sustentables, que disminuyan el derroche de recursos.
¿Esa no es tarea del Psicoanálisis? Se podría argumentar que estamos en el umbral de una catástrofe, que nosotros mismos vamos a vivenciar, que hace una década era inimaginable: el derretimiento del permafrost, lo cual lleva a emisiones de metano, que harán aumentar el calentamiento global de manera exponencial; incendios, que por el calor pueden cobrar dimensiones desconocidas; olas de calor todos los veranos y millones de árboles que mueren.
El Psicoanálisis nos enseña que somos muy buenos para negar. Por el coronavirus o el cambio climático podemos echarles la culpa a otros (políticos, actores económicos, nuestros vecinos, que vuelan / festejan más que nosotros). Este es un mecanismo estable, porque contiene un granito de verdad, detrás del cual nos podemos esconder. Pero se vuelve menos estable, porque el coronavirus nos enseña que eso que parecía estar esculpido en la piedra para siempre, nuestra economía, nuestro estilo de vida, nuestra creencia segura en el futuro se puede desintegrar en un lapso de pocas semanas.
Esto genera angustia, y es una reacción normal.
El Psicoanálisis nos puede ayudar a mantener un equilibrio entre la angustia real y las esperanzas irreales para el futuro: sabemos que cuando la angustia se vuelve demasiado grande, pasamos a un pensamiento fundamentalista, que hoy podemos observar en muchos países.
Klein (1946) describió que la disociación es un mecanismo de importancia vital que ayuda al bebe a separar bueno de malo, de modo que lo malo no destruya a lo bueno. Stockoe (2019) ve en este modo de supervivencia del bebé un estado de disociación, al que volvemos a caer todos en caso de peligro. Aquí, en sentido del pensamiento maduro, ya no queremos ‘saber’ más. Es el estado de la mente fundamentalista, en el que la curiosidad es eliminada, y el cual es dominado por ambos polos amor y odio. Stokoe describe este estado de la mente como primitivo y no adulto, determinado por la intolerancia de querer saber algo, y por el deseo de una certeza rápida.
Con la pandemia que se extiende, con cada incendio forestal, con cada verano, en el que bajan cada vez más las aguas subterráneas, con cada arrecife de coral que se muere, con cada especie en extinción nos refugiamos en el consumo, para evadir el dolor y la angustia. La desforestación de las selvas lleva a la convergencia de especies, el consumo de animales, que en el pasado no eran considerados comestibles, lleva a que se transgredan fronteras entre especies, y a pandemias, que por experiencia habremos de temer como parte de nuestro futuro; el síndrome de ‘la vaca loca’ fue generado por la alimentación caníbal de las vacas, con terneros: los intereses financieros traspasan todos los límites que alguna vez tuvieron sentido, pero que ya no son respetados, cuando la transgresión de todos los límites y la realización de todo lo posible son el modelo a seguir de una sociedad.
La disponibilidad inmediata entra aquí también: la pregunta de Fromm en torno al ‘tener’, en lugar del ‘ser’ es de una actualidad inquietante. En la idea de tener, la libertad es equiparada con la ausencia de límites de manera omnipotente y con el derecho, que es idealizado.
Esta penetración creciente de las actividades humanas por bienes de consumo está tan universalmente naturalizada, que dejamos de verla, y donde la ideología concuerda con eso que nosotros consideramos ‘el mundo, tal y como es’, tenemos ideología en su forma más pura y letal. Hay una historia conocida sobre dos peces pequeños que nadan en el agua un agradable día de julio. Un pez más grande viene nadando hacia ellos desde la dirección contraria. ‘Lindo día para estar en el agua, muchachos’, les dice, y se aleja nadando. Un par de metros más adelante, uno de los peces pequeños mira al otro y le dice: ‘¿Qué demonios es agua?’ (Bell, 2019)
Cuando vivimos el mundo como si estuviera tan naturalmente dividido en rico y pobre, sano y enfermo, joven y viejo, y nos reducimos a nosotros mismos tan naturalmente a nuestra función de consumidores, dependientes de combustibles fósiles, es difícil romper estructuras de pensamiento que se han hecho costumbre.
Pero el coronavirus nos enseña a reparar el daño: renunciar a eso que en el pasado era considerado necesario se convirtió de pronto en una opción para el futuro, por ejemplo, realizar las conferencias por Zoom para evitar vuelos y viajes en auto. La solidaridad que se vivió en el tiempo de coronavirus dentro del propio país y en parte también entre países, que enviaron suministros de ayuda, produjo un nuevo modo de pensar del compromiso político.
Y aquí el Psicoanálisis puede hacer mucho: podemos trabajar en nuestros propios institutos las disociaciones científicas y los peligros para la democracia, entender cómo funcionan los procesos de grupos, y publicar nuestros resultados. Podemos poner nuestro conocimiento a disposición de políticos y periodistas. Podemos repensar nosotros mismos, qué podemos aportar para la sociedad y la cultura. Quizás es más de lo que pensamos.
Referencias
Bell, D. (2019). Neoliberalism is bad for your mental health. In Morgan, D. (2019). The Unconscious in Social and Political Life. Oxfordshire: Phoenix Publishing House, pp. 79-102.
Fromm, E. (1980). Haben oder Sein. München: dtv.
Stokoe, P. (2019): Where have all the adults gone?. In Morgan, D. (2019). The Unconscious in Social and Political Life. Oxfordshire: Phoenix Publishing House, pp. 1-26.
Traducido por Luciana Biebel