Reflexiones psicoanalíticas sobre la película de Craig Gillespie, Lars y la chica real (2007)
Este artículo es una versión abreviada de un capítulo de mi libro
Fantasías narcisistas en cine y ficción: Maestros del universo, Londres y Nueva York: Routledge, 2019.
Lars y la chica real es una comedia dramática estadounidense-canadiense de 2007, escrita por Nancy Oliver y dirigida por Craig Gillespie. La película sigue a Lars (Ryon Gosling), un joven dulce pero socialmente inepto, que desarrolla una relación romántica, íntima pero platónica con una muñeca sexual, una "RealDoll" (“MuñecaReal”) llamada Bianca.
Lars Lindstrom vive una vida recluida en un pequeño pueblo de Wisconsin. La película revela gradualmente que la madre de Lars murió cuando él nació, convirtiendo a su padre desconsolado en un padre distante para Lars y Gus, su hermano mayor. Gus abandona la ciudad tan pronto como puede mantenerse, regresando sólo cuando el padre muere. Lars evita el contacto social, resultándole difícil interactuar con su familia, con sus compañeros de trabajo o con los miembros de su iglesia. Un día, Lars le informa a Gus y Karin que tiene una visita a la que conoció a través de Internet, una muñeca que parece real, llamada Bianca, que Lars aparentemente ordenó en un sitio web para adultos. Preocupados por su salud mental, Gus y Karin convencen a Lars para que lleve a Bianca a un chequeo médico con el doctor de familia, el Dr. Dagmar Bergman, que también es psicólogo. Ya que Bianca quiere mantener un contacto regular con Lars, Dagmar le aconseja a Lars que la lleve a tratamientos semanales. Ella considera el delirio de Lars como una manifestación de un problema subyacente, e insta a sus familiares a que le ayuden con su terapia tratando a Bianca como una persona real. Lars comienza a presentar a Bianca a la gente del pueblo, como su novia. Debido a su preocupación por Lars, todos tratan a Bianca como una persona real. Lars pronto se encuentra interactuando más con las personas, y especialmente con Margo, su compañera de trabajo. Ella lo invita a jugar a los bolos y, cuando se despiden, Lars se quita el guante para estrecharle la mano a Margo, una mejora significativa en su capacidad para interactuar con los demás. Anteriormente, le había explicado a la médica que cuando otros lo tocaban, se sentía como "quemándose".
Lars le pregunta a su hermano qué significa ser un hombre. Gus dice que se convirtió en un hombre cuando comenzó a hacer las cosas correctas por las razones correctas, incluso aun cuando le dolía. Gus expresa que nunca debería haberlo dejado solo a Lars con su padre, y se disculpa por haber sido egoísta. Una mañana, poco tiempo después de esta conversación, Lars anuncia que Bianca no responde y una ambulancia se apresura a llevarla al hospital. Bianca "muere" y se le da un funeral con todas las honras contando con una amplia participación de la gente del pueblo. Bianca es enterrada en el cementerio local, y Lars, en su lugar, le pide a Margo salir a caminar con él, a lo que ella acepta felizmente.
La fantasía necrofílica en Lars y la chica de verdad.
La necrofilia, también llamada "tanatofilia", es una atracción sexual o un acto sexual que involucra a un cadáver. En ocasiones, los actos realizados no son abiertamente sexuales, pero tienen una cualidad instintiva, cíclica y de exigencia inconfundible. El objetivo fundamental de estos actos es preservar una relación con un objeto perdido, a cualquier costo (Brill, 1941). El objeto de ese duelo hostil y congelado es por lo general una madre muerta, sostenida ambivalentemente. El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5), propone una clasificación de la necrofilia que incluye la "fantasía necrófila". Esta es una fantasía omnipotente, narcisista, conectada a dar y retener vida. Es una fantasía de tener sexo con un objeto sin vida, sin llegar a tener nunca relaciones sexuales con un cadáver. En mi opinión, la fantasía de Lars de enamorarse de una muñeca es una fantasía necrofílica. Bianca está cumpliendo el papel de un objeto físico que ayuda a superar los conflictos de separación-individuación (Akhtar, 2003). El objeto físico sirve a modo de una cuerda que trae a la madre de regreso, ayudando a Lars a vencer la traumática separación de su madre, que murió en el parto
[1]. Bianca también puede ser considerada como un "objeto de transición"
[2] que ayuda a Lars a desarrollarse y madurar, y eventualmente lograr una mejor relación con la realidad (Winnicott, 1953).
Aunque la función de Bianca como objeto de transición parece muy plausible, deseo sugerir que es un objeto patológico de la fantasía necrofílica de Lars que proviene de su complicado duelo por su madre muerta. Debido a que Lars se sintió abandonado por su madre, quedó fijado en su "reacción de duelo patológico" (Freud, 1917) hacia ella, y no pudo resolver su conflicto edípico y consolidar su identidad masculina. El objeto de su duelo congelado, así como de su atracción libidinal, fue su madre muerta y ambivalentemente retenida, a quien trajo de regreso de la muerte, con el fin de unirse con ella. En la literatura sobre necrofilia (Segal, 1953; Jones, 1951; Klaf y Brown, 1958), considero que el artículo de Segal es el más relevante para nuestra discusión. A pesar de que está restringido a un solo caso clínico, éste sugiere la prevalencia de la necrofilia como un tema en la fantasía.
La historia infantil del paciente de Segal es paralela a la de Lars de varias maneras: como el paciente de Segal, Lars era el miembro más joven de la familia. Al igual que él, perdió a su madre y sufrió una gran deprivación en la infancia. En ambos casos encontramos el intento omnipotente de dar y mantener con vida.
En el caso de Lars, la muerte de su madre llevó a una deprivación adicional: su padre desconsolado, no pudo desarrollar un vínculo estrecho con sus dos hijos. La muerte de su madre, que probablemente fue experimentada por Lars como una amenaza a su propia existencia, eventualmente condujo a la deformación de su yo: Lars desarrolló una personalidad esquizoide, tuvo dificultades para relacionarse con las personas en general y con las mujeres en particular. Segal cree que la deprivación de su paciente en la infancia debe haber llevado a su abrumadora capacidad destructiva y codicia. El paciente sintió que había vaciado de vida a su madre: el paciente de Segal dijo una vez: "Si pudiera recordar tan atrás en el tiempo, sé cuál sería mi primer recuerdo, me recordaría dándome cuenta de la existencia y el sentimiento de mi madre: "Es usted o yo" (p. 101). La situación emocional del paciente persistió a lo largo de su vida en forma de una fantasía necrofílica.
Segal sostiene que esta fantasía se deriva de una profunda deprivación emocional en la primera infancia. La ansiedad de separación normal es intensificada hasta el punto en que la separación significa muerte para uno u otro, ya que ambos no pueden estar vivos simultáneamente. Por momentos él está muerto; por momentos su madre lo está.
Creo que, al cuidar tiernamente a la muñeca, Lars está cumpliendo roles polarmente opuestos en los que la vida y la muerte son entrelazados: Lars es el niño viviente y amoroso que trata de curar a su madre (la muñeca) enferma, terminal, con quien está fusionado. Al mismo tiempo, Lars es la madre viviente y amorosa que cuida al niño muerto (la muñeca), con quien él se identifica.
La relación con Bianca contiene huellas tanto de necrofilia como de matricidio. Relacionarse con la muñeca, como si ella fuera una novia viva, sirvió para imbuir el cadáver de su madre con vida. Al mismo tiempo, al decidir que la muñeca estaba muy enferma y se iba a morir, Lars hizo realidad su fantasía inconsciente de matricidio. El pensamiento inconsciente que subyace a la fantasía necrofílica de Lars era que, dando vida a su hijo, su madre era succionada hasta secarla tanto de vida como de leche. Dado que su vida estuvo condicionada por la muerte de su madre, debajo de su fantasía consciente de rescatar a su madre, debe haber existido su oculto deseo matricida, inconsciente, de deshacerse de ella.
El necrófilo obtiene mucho placer de su omnipotencia, que él expresa a través de dar y mantener en vida. Lars lleva a Bianca al médico y la trata cuidadosamente y con amor, pero cuando ya no quiere estar más con ella, se despide besándola con ternura y organiza una respetable ceremonia funeraria para ella. Al final, Lars vuelve a la vida y es capaz de crear una relación con una mujer viva, brindándole a Bianca la representación de un cadáver, la madre muerta a quien él había traído de la tumba.
Pero ¿por qué esta fantasía necrofílica de estar en intimidad con su madre muerta se materializó cuando Lars era un adulto joven? La razón puede ser su tremendo miedo a la sexualidad. La explicación de Ferenczi (1952) del significado de necrofilia es que muchos neuróticos consideran inconscientemente el coito como una actividad que, directamente o con posterioridad, es calculada para dañar la vida o la extremidad, y en particular, para dañar el órgano genital. Por lo tanto, el coito es un acto que combina gratificación y ansiedad severa; pero el coito con un objeto muerto sirve el propósito de evitar la ansiedad porque el objeto de amor es incapaz de infligir daño; la gratificación se puede disfrutar, sin ser perturbada por la ansiedad de castración. La incapacidad de Lars de tocar a una mujer viva porque le da una sensación de "quemarse", demuestra su miedo a ser quemado, consumido por el fuego de la pasión. Al Bianca ser un objeto inanimado, ella es inofensiva y Lars siente que el coito con ella, en contraste con una mujer viva, será seguro. Así negocia la ansiedad de castración clásica. Pese a ser una muñeca sexual, Lars presenta su muñeca como misionera y muy religiosa. De este modo, la muñeca protege a Lars de su miedo a la sexualidad, y esto lo hace preferir la intimidad con un objeto inanimado en lugar de una mujer viva. El miedo a la sexualidad, que es evocado por un imaginado padre vengador, introyectado en su propio superyó, puede provenir de su atracción edípica inconsciente hacia su madre muerta.
Al "matar" a Bianca, Lars logra superar sus deseos edípicos hacia su madre, que están encarnados en la muñeca "viva". Solo después de que Lars duele lo que debe perder, a ella que bien muerta está, puede él recurrir a la vida y la sexualidad con un objeto vivo. La elección de Lars de un objeto inanimado como su pareja, aunque patológica, tenía potencial curativo. Esto se debió principalmente a un entorno que se ajustó a sus necesidades. El entorno, que ayudó a Lars a superar su fantasía necrofílica y a elegir un objeto vivo como pareja, contribuyó con dos valiosos elementos terapéuticos: el amor materno con el que lo envolvieron la terapeuta de Lars, su familia y la comunidad en la que vivía. Todos proporcionaron un ambiente de contención, lo que permitió a Lars primero “actuar” (
enact) y luego superar su fantasía necrofílica de unirse con su madre muerta. El amor paterno que le fue dispensado por su hermano, quien funcionaba como un padre disponible, amoroso y sustituto. Lars tiene la oportunidad de identificarse con una imago de padre-genital (Colarusso, 1990; Ross, 1975), un padre cuya masculinidad se confirma por el hecho de que su esposa está embarazada y pronto tendrá un bebé. Este hecho es importante para Lars: quiere superar su fantasía necrofílica, separarse de su madre, y convertirse en un hombre como su hermano, que ama a una mujer viva y se convierte en padre. La superación de su complejo de Edipo y de la ansiedad de castración, y la identificación con una imago de padre genital, son todos elementos que fortalecen su identidad masculina y lo ayudan a elegir la vida sobre la muerte.
Referencias
Akhtar, S. (2003), Things: Developmental, psychopathological and technical aspects of inanimate objects.
Canadian Journal of Psychoanalysis,
11(1):1-44.
Brill, A. A. (1941), Necrophilia.
Journal of Criminal Psychopathology, 3:51-73.
Colarusso, C. (1990), The third individuation: the effect of biological parenthood on separation-individuation processes in adulthood.
Psychoanalytic Study of the Child, 45:170-194.
Ferenczi, S. (1952), On unconscious phantasies of sexual lust-murder. In
Selected Papers of Sandor Ferenczi: Further Contributions to the Theory and Technique of Psychoanalysis, vol. II, New York, 1952, p. 279.
Fischer, N. (1991), The psychoanalytic experience and psychic change. Paper presented at the 27th biannual meeting of the International Psychoanalytic Association, Buenos Aires.
Freud, S. (1917), Mourning and melancholia.
S.E. 14:237-260.
-- (1920).Beyond the Pleasure Principle.
S.E. 18:7-64.
Jones, E. (1951),
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Klaf, F.S. and Brown, W. (1958), Necrophilia, Brief Review and Case Report,
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Ross, J.M. (1975), The development of paternal identity: a critical review of the literature on nurturance and generativity in boys and men.
Journal of American Psychoanalytic Association, 23:783-817.
Segal, H. (1953), A Necrophilic Phantasy.
Int. J. Psychoanal., 34: 98-101.
Winnicott, D.W. (1953). Transitional objects and transitional phenomena: A study of the first not-me possession.
Int. J. Psychoanal., 34: 89-97.
-- (1960). Ego distortion in terms of true and false self. In:
Maturational Processes and the Facilitating Environment, pp.140-152. New York: International Universities Press, 1965.
[1] Winnicott (1960) y Fischer (1991) respectivamente se han referido al uso de cuerdas por parte de niños mayores y a la fantasía de un cable transatlántico para superar los traumas de separación. Otro ejemplo famoso es la observación de Freud (1920) de su nieto de 18 meses, que usó un objeto inanimado para dominar esas preocupaciones.
[2] Winnicott (1953, p.232) usa el término "objeto transicional" para un objeto que un niño entre 4-6 a 8-12 meses de edad lleva consigo. El niño encuentra un objeto al que abraza con afecto, mutila con entusiasmo y sobre el cual mantiene una actitud de propiedad personal. El objeto transicional, que es basado en su conexión asociativa con una presencia materna o similar a la materna, simboliza esta presencia y tiene valor de desarrollo.
This article is a shortened version of a chapter in my book
Narcissistic Fantasies in Film and Fiction- Masters of the Universe, London and New York: Routledge, 2019.
Traducción: Andrea Ikonicoff