Las nuevas técnicas de Procreación Médicamente Asistida (PMA), así como la evolución de las costumbres, han hecho surgir nuevos modos de parentalidad y han conducido a un estallido de las dimensiones biológicas, legales y sociales de las funciones paterna y materna. Una de las mayores consecuencias de estos cambios consiste en la disociación entre reproducción y sexualidad que ha dejado a su paso múltiples enigmas tanto para la teoría como para la clínica psicoanalítica. De este modo, conceptos fundamentales – como la escena primaria, las configuraciones edípicas, el desarrollo psicosexual – han sido replanteados porque un niño puede ser concebido sin relación sexual y porque un tercero (un donante o una donante de gametos, una madre gestante subrogada) interviene en esta escena íntima de la vida familiar (Ehrensaft, 2000).
Dado que todas estas preguntas fueron planteadas de manera particularmente aguda en los casos de familias homoparentales, he elegido, en el marco de este artículo:
a) ilustrar la tesis de D. Ehrensaft (2000) quien piensa que si bien se ha logrado disociar la reproducción de la sexualidad, ha sido mucho más difícil disociar la sexualidad de la reproducción; b) a partir del material clínico de la investigación llevada a cabo con padres implicados en un proyecto de familia homoparental, interrogar los reordenamientos psíquicos que conlleva la procreación sin relación sexual para los sujetos implicados.
Homo(co) –parentalidad y escena primarias
En el marco de esta investigación interdisciplinaria sobre la infertilidad y los usos de la procreación médica asistida
[1] y como consecuencia de las investigaciones que ya he realizado en torno del tema de la homoparentalidad (Naziri, Feld-Elzon, 2012) tuve la oportunidad de realizar entrevistas con cuatro adultos homosexuales ya implicados en un esquema familiar de coparentalidad: una pareja de hombres (Alexis y Tony) y una pareja de mujeres (María y Lucía) que decidieron tener un hijo recurriendo a la inseminación “artesanal”. En el momento de la realización de las entrevistas, la madre biológica estaba embarazada de siete meses y ambas parejas consideraban la guarda alternada del niño. Más específicamente, con el fin de presentar esta viñeta clínica, voy a concentrarme particularmente en algunos tramos de los relatos que ilustran su representación y su vivencia respecto de los intentos de fecundación, así como sus fantasías subyacentes. Al elegir yuxtaponer esos tramos uno después del otro, propongo considerar a sus autores como si dialogaran entre ellos:
Alexis, 43 años, el padre biológico, es médico. Ha conocido a la pareja conformada por María y Lucía y ha sostenido con ellas una larga reflexión antes de decidir llevar a cabo su proyecto:
[…] La primera vez, fue al estilo de una gran festichola; hubo de todo, eyaculación, fertilización…una compañera nos había traído pruebas de ovulación desde Inglaterra, hicimos todo […] alrededor de María. Estábamos todos reunidos alrededor de su concha […] Ellas también, habían tomado la misma posición…Hacían todo como si estacionaran un camión…”un poco más a la derecha”, “más hacia la izquierda”, “cuidado, se atasca”…”no tan rápido”, “más suavemente”, “ no metas toda tu verga”…Era un poco cualquier cosa, pero también muy lindo, es decir, muy agradable.
Tony, 32 años, asoció este proyecto sobre todo con sus orígenes, una familia más bien “atípica”:
[…] Conozco el caso de una amiga que decidió junto a su novia tener un hijo; su novia quedó embarazada con un anuncio en internet, es decir ellas pusieron un anuncio “buscamos un padre”, describieron el marco de la relación, etc., e hicieron un casting; el segundo candidato las convenció, se pusieron de acuerdo, tuvieron algunas relaciones sexuales, tuvieron éxito. Imagino que deben haber hecho una suerte de contrato respecto de los derechos del padre con relación al niño para que todo el mundo estuviera seguro…yo no hubiera hecho algo semejante.
María, 39 años, la madre biológica, es socióloga y comprometida con el movimiento LGTB desde su juventud:
Decidimos entonces cuándo íbamos a hacer la fecundación, es decir fijamos las fechas de las fecundaciones […] Esas sesiones de fecundación fueron una suerte de…cómo decirlo, una suerte de vértigo…De hecho, al principio, Alexis y su compañero, Tony, venían juntos y comenzaban por…, vos sabés, a frotarse, acariciarse, etc. Pero en vano, nada. Entonces decidimos que Alexis no quería ayuda, prefería irse al cuarto de al lado, masturbarse, etc. Evidentemente, Lucía también estaba en la casa. Pero la primera vez, también vino una compañera que insistía en crear un buen ambiente, música, velas, etc. Mi compañero de piso en esa época, también homo, también vino, con su compañero, y nos trajo, con espíritu de artista, ¡un lirio! ¡Un lirio sí! […], bueno, eso fue muy extraño. Pero lo que fue interesante fue cómo me sentí yo; ya que, yo debía meter esa cosa, sabés, la jeringa, hacerla penetrar; y después, estaba el esperma así como la penetración; y yo había dejado ese tipo de relaciones desde hacía siglos, imagínate, desde mis 23 años…[…] con el transcurso del tiempo…fue más simple; también me pasó de estar sola, sin nadie más, ni siquiera Lucía o incluso con Alexis y Tony que se quedaban en el cuarto charlando todos juntos, mientras que yo estaba con los pies en el aire…
Lucía, 34 años. Es ingeniera y de entrada estableció que, para ella, el deseo de hijo era en primer lugar el deseo de su compañera:
[…] La primera vez, todo fue hecho cuidadosamente, de un modo muy particular, etc., pero después, a partir de un momento dado, se tornó en algo un poco más…mecánico, porque, sabés, no se puede tener ganas todo el tiempo. […]Todas esas partes del cuerpo comprometidas en ese proceso…el hecho de que Alexis fuera a masturbarse para estimular el esperma; es como si, en un momento dado, la sexualidad en torno de esas partes del cuerpo desapareciera; como si el cuerpo se transformara en otra cosa. Para mí, ese fue el punto más interesante […] Es eso de hecho, había una suerte de desexualización. Aunque pudiéramos divertirnos y hacer chistes diversos y variados, en un momento dado, los cuerpos y las maniobras precisas ya no tenían un componente sexual…
Si intentamos una primera lectura psicoanalítica de este material fragmentario, podemos comprobar que en estos relatos se despliega un libreto de escena primaria que sorprende de alguna manera a cada uno de los cuatro actores; sin embargo cada uno de ellos parece reescribirlo e interpretarlo a su manera. Los relatos parecen condensar sentimientos y pensamientos diversos y contradictorios, formulados en un lenguaje cuasi provocador, ya que en la superficie es vulgar y trivial cuando se trata de designar la actividad sexual. Esto contrasta, por otra parte, con la actitud (auto)reflexiva y cuestionadora que ellos adoptan a lo largo de las entrevistas. Si bien, por un lado, las madres evocan un procedimiento mecánico, desprovisto de toda dimensión sexual o erótica, por otro lado, reconocen que se trata de un “evento” que implica “excitación”, cierta felicidad o también cierta tristeza, incluso cierta frustración.
El discurso de las dos mujeres aparece más impregnado de un sentimiento de perplejidad, como lo testimonia ya sea el recurso a la idea de desexualización, ya sea la aproximación instrumentalizada de la función sexual y del cuerpo; lo que podemos comprender como una postura defensiva frente a la dificultad psíquica que representa, para ellas, el procedimiento en cuestión. Porque este método de fecundación y, por lo tanto de acceso a la maternidad, las confronta, no sólo con la transgresión de la norma social, sino también –a nivel de la fantasía- con la perspectiva de una relación sexual con un hombre; perspectiva que siembra inquietud a causa de la elección de objeto que ellas hacen en su vida sexual.
La dimensión del placer parece mucho más presente en el relato del padre biológico. Evoca desde el principio la “festichola” organizada en ocasión de la primera tentativa de fecundación: aunque recurra a formulaciones que revelan la presencia de defensas (utilización de términos en inglés cuando evoca nociones emocionalmente cargadas, humor, expresiones provocadoras o crudas: “reunidos alrededor de su concha”), ésto no le impide nombrar su placer. Estas reacciones defensivas del padre biológico pueden ser también atribuidas (como postulé anteriormente respecto de las dos madres) a la emergencia inquietante de las fantasías de un encuentro heterosexual con María.
Más allá de las características particulares del funcionamiento psíquico de cada uno de los protagonistas, podemos identificar una paradoja interesante de esta situación de coparentalidad: mientras que en otras configuraciones de acceso a la paternidad de parejas homosexuales, un tercero biológico es inevitable (un o una donante de gametos, una madre gestante subrogada), en este caso clínico ese tercero es en apariencia inútil, aunque la referencia a un tercero a nivel psíquico para la organización de una fantasía de escena primaria parece indispensable: cada uno de los padres biológicos necesita referirse a la pareja de su pareja amorosa e intentar instituirlo en tanto partenaire de la futura pareja parental.
Conflictiva psíquica y reordenamientos defensivos
Enfrentar tal complejidad exige eventualmente la implementación de defensas por momentos masivas a fin de encontrar un medio de calmar la agitación interior que se produce. Esto provoca también la implementación de escenarios fantasmáticos de la escena primaria que conllevan una dimensión de reificación del otro o de su reducción a objeto parcial. ¿Cómo vamos a escuchar, en tanto clínicos, la expresión de esas fantasías?
Podemos señalar también que no sólo se trata de una “lucha por separar la sexualidad de la reproducción” sino también de una lucha por conservar una integridad psíquica frente a los conflictos, por momentos agudos, con respecto a su identidad y orientación sexual. De este modo, los homosexuales implicados en tal configuración de parentalidad deban, probablemente, contemporizar con sus fantasías heterosexuales al igual que los heterosexuales que no pueden sino enfrentarse, consciente o inconscientemente, a su homosexualidad (incluso a su homofobia).
El análisis de este material clínico no sólo nos permitió explorar ciertos reordenamientos defensivos implementados frente a la conflictiva psíquica a la cual se ven enfrentados los futuros padres, sino que también nos llevó a pensar que el misterio de la concepción y el enigma de la fantasía en torno de la escena primaria no pueden sino quedar sin resolver a pesar de cualquier tentativa de control técnico y racional de la fecundación, como la procreación asistida y/o sin relación sexual.
Dicho de otro modo, en tanto clínicos, este misterio y este enigma nos interpelan del mismo modo que a las personas que se encuentran implicadas. Si admitimos como D. Ehrensaft (2000) que la formación de una familia en configuraciones atípicas expone simultáneamente a padres e hijos al riesgo de “desarrollar un conjunto específico de conflictos o trastornos psicológicos”, sólo nos queda interrogarnos sobre la posibilidad de preservar una escucha benévola y abierta (es decir no generadora de patologías). Puesto que un acompañamiento así de nuestra parte puede permitir explorar los sentimientos y la emergencia de las ansiedades y de las fantasías inconscientes con el objeto de abordar con mayor serenidad el trastorno provocado por esas nuevas y perturbadoras posibilidades de crear vínculos de parentesco.
Referencias
Ehrensaft, D. (2000). 'Alternatives to the Stork: Fatherhood Fantasies in Donor Insemination Families',
Studies in Gender & Sexuality, 1, 371-397.
Naziri, D
., Feld-Elzon, E. (2012). 'Becoming a mother by AID within a Lesbian Couple: the Issue of the Third',
Psychoanalytic Quarterly, 81, 683-711.
Traducción: Patricia Suen
[1] Se trata del componente clínico de la investigación realizada en el marco de la red internacional (IN)FERCIT (de 2012 a 2015): (
(In)Fertile Citizens: On the Concepts, Practices, Politics and Technologies of Assisted Reproduction in Greece. An Interdisciplinary and Comparative Approach)