Más allá del lenguaje verbal

Psic. Eliana Rache
 

Diversidad de lenguajes atraviesan la sesión dando ocasión de ser capturados y recibir un sentido dentro de una historia no acaecida de un Ser que nunca llegó a ser.

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Como los fundamentos del psicoanálisis fueron basados en lo que no era posible ser ‘dicho’, ampliamente demostrado en las ‘histéricas’ en los comienzos del psicoanálisis, comprendemos que lo que el cuerpo mostraba era aquello que había sido apartado del conocimiento, reprimido por lo psíquico, prohibido a lo verbal. Se impuso así el camino de buscar en lo hablado por el paciente lo que había quedado enmudecido por la represión. Es el reino de lo verbal el lenguaje por excelencia del inconsciente proclamado por Lacan, la vía regia de su expresión.
 
Pero el psicoanálisis nunca dejó de reconocer otros tipos de lenguaje no verbales, ya sea el de los afectos, el de las expresiones mimo gesto posturales, teniendo por pantalla de proyección el cuerpo del individuo. Los psicoanalistas de niños siempre tuvieron que valerse de ellos para adentrarse en el universo infantil. Muy pronto, en el desarrollo psicoanalítico, Ferenczi supo oír en sus pacientes difíciles al niño resguardado en el adulto manifestarse en sesión, denunciando la presencia del trauma, entremezclando la expresión del lenguaje de la ternura con las verbalizaciones del proceso secundario.  Decía su paciente en un momento regresivo, rodeándose el cuello con su brazo: ‘¿Usted sabe que estoy esperando un bebé?’, a lo que Ferenczi le responde: ‘¿Porqué usted piensa eso?’, dando inicio a un juego con el niño que surge de dentro de este adulto durante la sesión psicoanalítica (1931).
 
Y si el paciente no es asaltado por este tipo de comunicación de niño: ¿podemos preguntarnos cómo reconocerla, para capturarla? Muchos años han pasado desde Ferenczi y sus niños en el adulto, como tales experiencias fueron llamadas. Y nuevamente es de la clínica, que es soberana, de donde surge la necesidad de nuevos conocimientos.

Esta vez es Roussillon quien, a través de sus pacientes narcisistas identitarios, categoría acuñada por él para aquellos cuyo narcisismo es deficitario y su identidad comprometida, percibe que algún trauma  hubo en tiempos arcaicos del pequeño hombre, tiempo en que el lenguaje verbal era inexistente. En su rastreo convoca a Freud con sus escritos de finales de su vida en Londres (1938), donde dice: ‘las primeras experiencias, contrariamente a lo que pueda suceder más tarde, se conservan totalmente’ debido a la ‘fragilidad de síntesis’, y en ‘Construcciones en análisis’ (1937) evoca la hipótesis según la cual las alucinaciones observadas en la psicosis del adulto deben representar ‘experiencias vistas u oídas’ en una época anterior al surgimiento del lenguaje verbal y  referidas a experiencias traumáticas. Estamos ante un dato fecundo que nos dice que existen registros y retorno de experiencias que no fueron inscriptas en el aparato del lenguaje verbal. Roussillon nos ofrece una construcción teórica para ayudarnos a comprender cómo el trauma de ese período sin lenguaje, se manifestará. 
 
En su ‘bricolage’ [1] atribuye a la pulsión una función de mensajera entre sujeto y objeto, y a sus representantes (representantes de palabra, representantes de afecto, representantes  cosa) la posibilidad de expresar una organización en forma de lenguaje verbal o no verbal. Como el motivo de nuestro interés son los lenguajes no verbales, comprobamos que hacen del cuerpo el vector privilegiado de sus mensajes, ya sea el cuerpo de la emoción y  del afecto, de la expresión corporal, de la motricidad y del pasaje al acto, o incluso el sensorio-motriz, o sea, el del soma. El lenguaje verbal no sustituye las modalidades pre-verbales contenidas en las formas corporales anteriormente mencionadas, él apenas las completa y las reorganiza en el momento de su instalación, sin que nunca desaparezcan.
 
Las experiencias precoces que todavía no alcanzaron la simbolización del lenguaje verbal presentan, sin embargo, una simbolización de otro orden, diferente a la habitualmente conocida como simbolización secundaria, propia del lenguaje verbal. Fue Roussillon quien designó este proceso y quien señaló que si esta simbolización primaria no existe es que hubo incidencia del trauma y con él todas las consecuencias que caracterizan al paciente narcisista identitario. El trabajo de simbolización primaria ya era conocido, no con ese nombre, pero tanto en el juego como en el sueño sabemos que ellos no están atravesados por el aparato del lenguaje verbal, y sí por otras formas de presencia, como la acción simbólica de las representaciones cosa [2].
 
Al instalarse el lenguaje verbal asistimos progresivamente al pasaje de formas de simbolización no verbales para el aparato del lenguaje: en las palabras, para nombrar sentimientos y emociones, en la ligazón de las experiencias con las palabras, pero también, entre las palabras, en la estructura pragmática de los enunciados, en la prosodia del lenguaje, en el estilo y la retórica de su utilización. Por esa razón, el lenguaje verbal no puede reducirse solo a la representación de palabras; en realidad, el aparato del lenguaje es como un todo que se va a activar aunque las representaciones de palabras se limiten solo a una parte. Los gestos, la postura, la acción, contenidos en el registro de representaciones-cosa, van a transferirse al aparato del lenguaje, tomando entonces, las palabras, ‘continentes’ de esos atributos de la representación-cosa. Entretanto, ese proceso de pasaje no se realiza de una sola vez, ni completamente, y en el mejor de los casos se realiza si a lo largo del desarrollo todo va bien.
 
El cuerpo cuenta, el gesto es narrativo, cuenta la historia de la experiencia subjetiva, lo que a veces la voz no puede decir, lo que el sujeto no puede formular. Él muestra aquello que el sujeto no vive por sí mismo, lo que él no puede ver ni sentir de sí mismo, aquello que está clivado de la conciencia reflexiva y que nunca le fue reflejado por su ‘ambiente-madre’ en los tiempos primordiales. 

El primer registro de expresividad es el afecto, formas de afecto, principalmente formas rudimentarias de afecto. La sensación somática es mucho más infiltrada de turgencia alucinatoria de lo que habitualmente se percibe: son  alucinaciones que conllevan trazos de experiencias primitivas conservadas en un estado de percepción, y actualizadas en ‘identidad de percepción’. La alucinación y la percepción no se oponen; ellas pueden conjugarse, y una alucinación puede utilizar el vector de una percepción para actualizarse: es la condición de la que se valió Winnicott (1975) para crear su noción de ‘encontrado-creado’.
 
 La expresividad corporal , la expresividad del rostro, los gestos corporales, posturas y tonicidades corporales, forman parte del registro de expresiones privilegiadas de los bebés y de la primera infancia. Pero estos elementos no van a estar ausentes en las expresiones del adulto, aunque las acompañen apenas como simples indicios. Las posturas son también ‘muy elocuentes’. Ellas cuentan una posición subjetiva, una posición del ser; ellas cuentan la historia de la posición adoptada por el Yo ante el objeto, la historia de sus miedos y sus arrogancias, de sus desafíos y sumisiones, pero, también, las respuestas del objeto a sus mensajes; ellas cuentan ‘las conversaciones’ entre sujeto y objeto. 
 
Lo que nos interesa en este tópico mimo gesto postural es saber discriminar cuándo un acompañamiento mimo gesto postural da colorido a la palabra o cuándo viene a ser una intromisión de las experiencias precoces del período no verbal, experiencia traumática que retorna en su ropaje original, en su lenguaje de ‘retorno’.
 
Nos dice Roussillon (2008): El campo motor no goza de buena reputación en el mundo psicoanalítico; los actos son en general considerados una perturbación en el proceso analítico, ya que son vistos como formas de descarga. Son llamados ‘pasajes al acto’, pues eluden la elaboración. Entretanto, si consideramos el acto en su relación con el otro hacia el cual se dirige, tendremos diferentes tipos de acto. Por lo tanto, es importante diferenciar el ‘pasaje al acto’ del ‘pasaje por el acto’, experiencia que ayuda al desenvolvimiento de ciertas experiencias subjetivas.
 
Lenguaje del afecto, lenguaje del cuerpo, del soma, del acto, mimo gesto postural y sensorio motriz, una profusión de expresiones de lo no verbal que se presentan en sesión para ser capturadas, para cobrar sentido y formar parte de una historia no acaecida de un Ser que nunca llegó a Ser. En realidad, tales expresiones  perdidas en el tiempo son ambivalentes y potenciales en la dependencia de quien puede otorgarles sentido. De esta forma, lo polimorfo de los lenguajes, transmitido en los momentos de la consulta, reclamará una escucha polifónica de sus diferentes mensajes, llevada a cabo por un analista suficientemente afinado a los ruidos del Ser en el mundo.
 
 En este compás los lenguajes entrelazan la asociación libre en una presentación sinfónica asociativa de diferentes formas verbales y no verbales. En la sesión somos convocados a hacer la lectura de ese abanico de lenguajes, sobretodo los corporales, que parecen olvidados por nosotros. Ellos van a presentarse, muchas veces, de manera curiosa. Le digo a una paciente que para comenzar un análisis ella tendría que venir dos veces por semana, pues precisaba ver algunos puntos importantes de su pasado, y que en un próximo encuentro ella podría decirme lo que había pensado al respecto. Cuando abro la puerta en la hora marcada, ¿qué es lo que veo?: una joven toda vestida de rosa, shorcito color rosa, con las piernas a la vista, también de color rosa: el lenguaje mimo gesto postural se revelaba. Era el bebé que llegaba. Para más evidencias de esto, al entrar en mi sala, en un único gesto, cierra el paraguas y surge detrás de él, evocando la salida al mundo, su nacimiento. Antes de que me dijera cualquier cosa sobre comenzar su análisis yo ya sabía que estaba comprometida a hacerlo tal como le había pedido desde el inicio, pues el bebé ya había llegado.  Otro caso de una paciente narcisista identitaria que al comienzo de su vínculo conmigo expresa un comportamiento repetitivo: cuando voy a hablar de alguna cosa ella se acomoda en el diván y mueve los labios haciendo el ruido de un bebé que está tomando su mamadera. A través de ese lenguaje corporal me informaba que recibía muy bien mis palabras y que mantenía su contacto conmigo. 
 
Son innumerables los ejemplos de cuánto los lenguajes no verbales nos acompañan. Cuanto más atentos estemos a ellos, más tendremos en ellos fieles escuderos en nuestra lucha diaria.
 
[1] Bricolage- la palabra significa los pequeños trabajos, normalmente reparaciones, hechos por un aficcionado con poco conocimiento y sin herramientas profesionales. En antropología el término es usado para describir la unión de varios elementos culturales para la formación de una única y singular cultura. 
[2] Representación cosa’… es la huella mnémica dejada por una experiencia de satisfacción en la cual el objeto que trajo la satisfacción recibió su inscripción (en el psiquismo)…ella puede funcionar como una encrucijada, un puente, o un enlace por medio del cual trabaja la simbolización…en su posibilidad de articularse al mismo tiempo con la pulsión y con el lenguaje’. (Green,2013,p.158)

Bibliografía
Ferenczi, S. (1992). Análises de crianças com adultos. Obras completas, Psicanalise IV. São Paulo: Ed Martins Fontes, 1992, p. 69-83.
Freud, S. (1950 [1892-1899]). Carta 52. Edição Standard Brasileira de Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud. Rio de Janeiro: Ed. Imago, 1977. V. I, p. 317-323.
Freud, S. (1937). Construções em análise. Edição Standard Brasileira de Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud. Rio de Janeiro: Imago, 1976. v. XXIII, p. 291-304.
Freud, S. (1941 [1937-1939]). Breves Escritos - Achados, Ideias e problemas. Edição Standard Brasileira de Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud. Rio de Janeiro: Imago, 1976. v. XXIII, p. 335-337.
Green, A.  (2013). A representação e o irrepresentável rumo a uma metapsicologia da clínica contemporânea. Percurso 49/50, p. 153-160 (entrevista por Fernando Urribarri).
Rache, E. (2014). Travessia do corporal para o simbólico corporal. São Paulo: CLA Editora.
Roussillon, R. (1999). Agonie, clivage et symbolisation. Paris: PUF.
Roussillon, R. (2008). Le transitionnel le sexuel et la réflexivité. Paris: Dunod.
Winnicott, D.W. (1975). Brincar e realidade. Rio de Janeiro: Imago.

Traducción: María Mabel Levi
 

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