Pensamientos psicoanalíticos sobre la actual crisis europea de refugiados y los ataques terrorista

Dr. Vamik D. Volkan
 

Cuando hay una avalancha de inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo, la población del “país anfitrión" generalmente se polariza.

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Aspectos políticos, sociales, económicos, jurídicos, culturales, religiosos y médicos de la actual crisis de refugiados en Europa involucran a cientos de miles de refugiados,  problemas de cruce de fronteras, programas de asentamiento, temas de salud y cuestiones de seguridad. Sumando a la complejidad de la situación, un pasaporte sirio de un solicitante de asilo, fue encontrado cerca del cadáver de uno de los terroristas después de los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en París, conectando las actividades de ISIS con los inmigrantes. Se extiende el miedo no solo en los países anfitriones sino también en Estados Unidos. Más de la mitad de los gobernadores de Estados Unidos anunciaron que no aceptarían refugiados sirios en sus estados. Algunos políticos y figuras públicas incitaron controversias  y generaron mayor ansiedad  insinuando que todos los musulmanes en Estados Unidos serían potencialmente peligrosos. En Francia, la gente hizo grafitis en las paredes de las mezquitas o las ensució con sangre de cerdo y ocurrieron algunos ataques en las calles a personas que parecían árabes. 
 
Mis estudios sobre temas de refugiados desde una perspectiva  psicoanalítica se remontan a varias décadas. Después de la guerra en el Líbano, en 1982, la Organización de Liberación de Palestina (OLP) trasladó su sede a Túnez. El Presidente Yasser Arafat, personas importantes de la administración de la OLP, muchos otros palestinos y 57 niños huérfanos palestinos vivían en Túnez. En la primavera de 1990 pasé algún tiempo con ellos y examiné especialmente la psicología de los niños. Mi siguiente estudio sobre refugiados y solicitantes de asilo tuvo lugar en Alemania. A finales de 1992, después de los acontecimientos trágicos entre serbios, croatas y bosnios, Alemania aceptó 235.000 refugiados de la ex Yugoslavia. En ese tiempo, hubo un brote de mucho odio y agresión contra estos solicitantes de asilo e incluso hacia otros extranjeros, los trabajadores invitados. En los años 1950 y 1960, Alemania Occidental había firmado acuerdos con Grecia, Turquía, Marruecos, Portugal, Túnez y Yugoslavia para reclutar trabajadores para el sector industrial de Alemania Occidental, y hacia 1973 había más de un millón de trabajadores invitados en Alemania. En noviembre 1992  la Asociación Psicoanalítica Alemana preparó una declaración y afirmó que una de las razones subyacentes para la violencia en Alemania "es la  anticuada concepción  de sí misma de la República Federal, como una nación homogénea". Esta declaración fue un llamado al coraje y acción a los políticos. Le recordó a todo el mundo que, "Todos debemos tomar conciencia de nuestra xenofobia y aprender a integrar psíquicamente a aquél que es extranjero, que resulta, de hecho, en términos inconscientes algo propio. De ahí que la tolerancia y humanidad hacia los extranjeros exigen un esfuerzo constante de civilización y cultura. Los Estados Unidos son un "país sintético", para usar los términos del historiador/ Psicoanalista Peter Loewenberg’s (1991), un lugar donde las personas (excepto los esclavos africanos) han venido voluntariamente desde diferentes lugares con diferentes experiencias para crear una síntesis de influencias dispares y vivir juntos.
 
La declaración de la Asociación Psicoanalítica Alemana ha llamado nuestra atención a que Alemania también había dejado de ser homogénea y personas de diferentes orígenes ya estaban establecidas allí.
 
Mi  trabajo más intenso  con  refugiados tuvo lugar en la República de Georgia. Después del colapso de la Unión Soviética estallaron las guerras en los comienzos de 1990 entre Georgianos y Osetas del Sur y también entre Georgianos y Abjasios dentro del límite legal de la República de Georgia. Desde mayo de 1998 hasta marzo 2002 fui al Cáucaso dos o tres veces al año y trabajé con refugiados Georgianos de Abjasia y  refugiados de Osetia del Sur de Georgia.
 
Yo estaba en Berlín cuando tuvieron lugar los ataques terroristas recientes en París. Al día siguiente participé de una reunión titulada "Migración - Trauma Social - Identidad" patrocinada por la Universidad Psicoanalítica Internacional de Berlín, que tuvo lugar en un edificio localizado sólo de cinco a diez minutos de distancia de donde se encontraban refugiados sirios y otros refugiados.
 
Noté que la audiencia ese día - alrededor de 200 personas - no hizo ninguna referencia a los eventos en París. Sentí que esto no era porque carecía de empatía. La audiencia estaba ocupada con el deseo de expresar, lo más claramente posible, lo diferentes que eran de los Neo-nazis y otros alemanes que estaban en contra de la aceptación de Alemania de tantos refugiados. Había muchas referencias al Holocausto y sentimientos de culpa compartidos inducidos transgeneracionalmente jugaban un papel en su benevolencia hacia los inmigrantes sufrientes. Ellos estaban preocupados por la polarización en Alemania y yo, reiteradas veces le recordé a la audiencia que cuando hay una avalancha de inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo, la población del   “país anfitrión" generalmente se polariza. Ya vemos polarizaciones políticas graves concernientes a los refugiados y solicitantes de asilo no sólo en Alemania, sino también en Francia, Bélgica, Estados Unidos y otros países. Estamos siendo testigos de un sector de la sociedad que expresa hostilidad e incluso perjuicio maligno contra los recién llegados.
 
En este siglo, ha habido un gran número de inmigraciones voluntarias o forzosas, incluyendo las actuales crisis de refugiados en Europa, así como en el Medio Oriente. Combinado eso con los impactos de la globalización, los increíbles avances en tecnología de comunicación, la velocidad de los viajes, los recursos limitados y el terrorismo,
 
resulta vital  investigar y entender los prejuicios benignos, hostiles o incluso malignos hacia el Otro -aquellos que tienen una diferente identidad de grupo-grande, étnica, de nacionalidad , religiosa o ideológica. Uso el término "grupo-grande" para referirme a cientos de miles o millones de individuos que comparten los mismos sentimientos tribales, étnicos, religiosos, nacionales o ideológicos, aunque no se encontraran entre ellos en toda sus vidas. Identidades de “grupo-grande” son el resultado final de mitos y realidades de orígenes comunes, continuidades históricas, realidades geográficas, y otros factores lingüísticos, sociales, religiosos, culturales e ideológicos compartidos. Identidades de “grupo-grande” son articuladas en términos de comunidad como: Nosotros somos Apaches. Nosotros somos Franceses. Nosotros somos Católicos. Nosotros somos capitalistas; y/o: Usted es Vasco, Usted es Sirio. Usted es musulmán sunita. Usted es comunista.
 
Observaciones científicas de lactantes, durante las últimas décadas, nos han enseñado que la mente del bebé es más activa de lo que originalmente pensábamos. Sabemos que hay un potencial psicobiológico hacia el sentido de “nostridad” e inclinación hacia los de nuestro propio tipo. Sin embargo, como el entorno del lactante y de niños muy pequeños está restringido a familia y cuidadores, el grado de “nostridad” no incluye una clara dimensión intelectual y emocional de identidad de “grupo-grande”, identidad étnica o nacional.  Los lactantes y niños muy pequeños son generalistas (Erikson, 1956) en lo concerniente a afiliación tribal, nacional, étnica o religiosa; la experiencia subjetiva y el profundo conocimiento intelectual de pertenencia identitaria a un “grupo-grande” se desarrolla posteriormente en la infancia. Semejantes sentimientos se aplican también a aquellos que son miembros de un grupo político ideológico a cuya ideología suscribían sus padres y las personas importantes de su entorno en la infancia.
 
Cultos religiosos como Branch Davidians cerca de Waco, Texas; fuerzas guerrilleras como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); y organizaciones terroristas como Taliban o Estado Islámico (ISIS) también nos muestran que las personas pueden ser atraídas, en su adultez, a convertirse en  miembros de un tipo diferente de “grupo-grande”. Este tipo de “grupo-grande” existe siempre y cuando posean, y se aferren, a una misión religiosa, ideológica o terrorista para llevarse a cabo.
 
Para ilustrar las consecuencias de prejuicios compartidos se me ocurrió la metáfora de la carpa grande. Piensen en términos de cómo los individuos aprenden a vestir dos capas principales como telas, desde que son niños o desde el momento que pasan a ser miembros de un culto, guerrilla o grupo terrorista en su adultez. La primera capa, la capa individual, encaja en cada uno de ellos cómodamente, como la ropa. Es la identidad personal nuclear, la que provee al individuo un sentido interno de mismidad persistente. La segunda capa es como el toldo de una gran carpa, que es holgado, pero permite a un gran número de individuos compartir la sensación de igualdad con otros bajo la carpa de un “grupo-grande”. Podemos visualizar marcas identitarias de “grupo-grande”, como por ejemplo imágenes compartidas de acontecimientos históricos de antepasados, a los que llamo “traumas elegidos” o “glorias elegidas” o una combinación de ambas, como diferentes coloridos diseños cosidos en el lienzo de las metafóricas carpas de cada “grupo-grande”. Cuando individuos, como los hombres bomba suicidas, consideran la segunda prenda como su vestimenta primaria están bajo la influencia de la psicología de “grupo-grande”. Entonces su principal objetivo es proteger, mantener y/o llamar la atención hacia su identidad de “grupo-grande”, a pesar de que haciendo eso incluyera, desde un punto de vista de la psicología individual, acciones sádicas, masoquistas, inmorales e inhumanas.
 
Bajo una gran carpa de “grupo-grande” hay subgrupos e identidades de subgrupo, como identidades profesionales o políticas. Mientras es el poste de la carpa- el líder político y el órgano gubernamental- lo que mantiene erecta la carpa, la lona de la carpa psicológicamente protege al líder, otras personas con autoridad y todos los miembros del “grupo-grande”. Los disidentes en un “grupo-grande” no modifican los sentimientos compartidos esenciales dentro del “grupo-grande” a menos que, como en organizaciones terroristas, desarrollen un gran número de seguidores que se conviertan en un importante subgrupo e incluso en un tipo diferente de nuevo “grupo-grande” como ISIS.  Desde la perspectiva de la psicología individual, una persona puede percibir el poste como una figura paterna y el toldo como una madre nutricia. Desde una perspectiva de la psicología de “grupo-grande”, el toldo representa la frontera psicológica de la identidad de “grupo-grande” compartido por decenas, centenas de miles o millones de personas.
 
Podemos imaginar el aumento sin precedentes de migrantes y refugiados inundando Europa como representando al Otro  amenazando la estabilidad de las fronteras psicológicas de los países anfitriones. Muchos individuos en estos países están aterrorizados de que sus costumbres sociales y la economía de sus países se vean dañadas, de que no puedan ser capaces de sostener la afluencia masiva de los recién llegados. Pero, psicológicamente hablando, el miedo principal es la contaminación de la identidad de su “grupo-grande” por la identidad del Otro. Aquellos que son capaces de mantener sus identidades individuales separadas del impacto de sentimientos de “grupo-grande” están dispuestos a abrir las puertas de la carpa y aceptar el gran número de recién llegados. Aquellos que perciben los recién llegados como agujeros desgarrantes, entonces perjudiciales, en el metafórico toldo de la carpa del “grupo-grande”- la frontera de identidad de “grupo-grande”- se vuelven ansiosos y defensivamente perciben la enorme población inmigrante como una amenaza. Ellos pueden desarrollar prejuicios compartidos hostiles e incluso malignos. La polarización en el país “anfitrión” conduce a nuevas preocupaciones y complicaciones políticas y sociales.
 
Está más allá de mi experiencia el examinar los aspectos realistas y prácticos de tener un gran número de “gente de afuera” asentándose en países “anfitriones”. Como analista, sin embargo, también trato de aprender acerca de las consideraciones realistas del propio entorno externo. Aquí, simplemente quiero señalar que la información de los psicoanalistas sobre la psicología de los refugiados, países “anfitriones”, prejuicios compartidos, cuestiones de identidad de “grupo-grande” y temas relacionados puede ayudar en los esfuerzos para prevenir o al menos atenuar traumas futuros que afectarán a los recién llegados, así como a la población local que vivirá junto a ellos. Para ello, será necesario que psicoanalistas interesados abandonen  de vez en cuando sus sillas detrás de sus divanes  y participen en actividades sociales. Esto ampliará el horizonte del psicoanálisis. Hasta el momento no hay una enseñanza seria o sistemática de la psicología de “grupo-grande” por derecho propio en las escuelas psicoanalíticas. Considerar la psicología de “grupo-grande” por derecho propio significa realizar formulaciones del “grupo-grande” como experiencias y motivaciones psicológicas conscientes e inconcientes compartidas, que inician procesos específicos sociales, culturales, políticos o ideológicos (Volkan 2013, 2014). Este es el mismo proceso que los psicoanalistas siguen en su práctica clínica cuando realizan formulaciones sobre los mundos internos de sus pacientes con el fin de resumir cuál será su diagnóstico y tratamiento.
 
Sin hacer un listado aquí, deseo expresar mi reconocimiento de que en las últimas décadas se han realizado más esfuerzos por los psicoanalistas para entender y lidiar con lo que está sucediendo en el mundo. En 2008 tuve el placer de iniciar un grupo multidisciplinario privado, Iniciativa de Diálogo Internacional (IDI), compuesto por psicoanalistas, diplomáticos, y otros profesionales de Alemania, Irán, Israel, Rusia, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y Cisjordania (www.internationaldialogueinitiative.com). La sede administrativa de IDI es el Centro Austen Riggs en Massachusetts,  y desde el año 2008, nos hemos reunido dos veces al año en diferentes países. Estamos investigando cómo los asuntos del mundo pueden ser estudiados desde un ángulo psicoanalítico en un encuadre multidisciplinario, multicultural y multirreligioso y cómo esos estudios pueden ser utilizados para entender y reducir los obstáculos a soluciones pacíficas de conflictos entre grupos con identidades de “grupo-grande” diferentes.
 
                                                                         
Referencias
Erikson, E. H. (1956). The problem of ego identity. Journal of the American Psychoanalytic Association, 4:56–121.
Loewenberg, P. (1991). Uses of anxiety. Partisan Review, 3:514-525.Volkan, V. D. (2013). Enemies on the Couch: A Psychopolitical Journey through War and Peace. Durham, NC: Pitchstone.Volkan, V. D. (2014). Psychoanalysis, International Relations, and Diplomacy: A Sourcebook on Large-Group Psychology. London: Karnac.