Nuestra época hipermoderna (Lipovetsky, 2006) vive un milagro, una euforia, derivados del conjunto formado por la informática y las nuevas tecnologías. Todos estamos conectados, tanto entre sí como con máquinas, en un universo donde la avalancha de datos y de imágenes constituye un fenómeno nuevo en una temporalidad revolucionaria, donde imperan presentismo y aceleración.
Vivimos cada vez más entre diferentes tipos de pantallas,
on line-on life; todos más o menos aumentados, aunque sea prolongados por un Smartphone que viene a alargar nuestro yo-piel físico y psíquico. Hoy, la carne incluso se puede mezclar con la silicona de las
love dolls. Sobre-excitación a pie de calle,
free porns in control, sexo a menudo fracturado del amor devenido un sexo
hard o de descarga. Sobre este
background viene a tejerse el vínculo amoroso o su imposibilidad. He escrito en otro lugar “am@r”
[1]atravesado por arroba, verdadero atraco al buen uso de la lengua, como metáfora para simbolizar la articulación entre cultura digital y afecto, mundo interno del sujeto e intersubjetividad.
El amor consiste, a partir de la elección amorosa adolescente que supone la renuncia a los primeros objetos parentales de la infancia, en poder reconocer y desear a un otro por sus cualidades intrínsecas, su otredad, lo cual implica el haber podido renunciar a la completud narcisista. Sin embargo hoy, vemos emerger con fuerza un nuevo orden amoroso marcado por una debilitación de Eros mientras Narciso canta a pleno pulmón donde, por una parte, el otro del contacto se ha tornado banal, sin cualidad sustituible como si de una mercancía se tratara, y por otro lado, donde el necesario otro /Otro ( Otro simbólico de la teoría lacaniana) gracias al cual uno se construye como sujeto, se ve relegado, negado, en favor de un proceso de autoengendramiento a través del cual el sujeto obtiene el placer máximo de sentirse creador de si mismo; Dios por un instante. El malestar del infierno narcisista amenaza en cuanto que Eros ya no abre la posibilidad de la experiencia del otro en su alteridad (Kristeva,1993).
Desde una perspectiva psicoanalítica freudiana, decir que Eros pierde fuerza en nuestra sociedad “líquida” (Bauman, 2003) equivale a subrayar la fragilización de las fuerzas pulsionales ligadoras entre pulsiones de vida y de muerte. Desligazón en Freud (1920), desobjetalización en Green, A. (1986) en cuanto que ataque al objeto. Si Eros ya no abre la posibilidad de la experiencia del otro en su alteridad, amenaza de nuevo el malestar del infierno narcisista”
El fenómeno en su vertiente más extrema está representado en Japón por los “hikikomori” para los cuales el otro está absolutamente barrido de una vida que se desarrolla en exclusividad
on line. Se podría leer el fenómeno como exponente puro del deseo del no deseo (Aulagnier, 1975), otra forma de pulsión de muerte, o como refugio psíquico (Steiner, 1995).
Fuera del extremo patológico de los Hikikomori, el mundo hipermoderno baña en lo hiper, la desmesura. La infoesfera produce, en fracciones de segundo, una afluencia de estímulos de tal magnitud que el psiquismo no es capaz de metabolizarlos, hecho conceptualizado desde el enfoque económico freudiano como traumático, poniendo en dificultad la tarea psíquica de ligazón. La cuestión del límite está desafiada, la elaboración de los duelos se puede eludir reemplazando el objeto perdido por magnitudes de propuestas
on line, vía riadas de imágenes mayormente, como medio de expresión novedoso y relevante que barre el relato (Lyotard, 1979 ) y contribuye, también al borramiento del otro.
Es de destacar que los perfiles propuestos por las aplicaciones
on line, bien solo vía foto, bien a veces acompañados por algún texto, están tratados por unos poderosos algoritmos que han elegido en nuestro lugar, de tal modo que cada cual puede encontrarse ante el peligro de transformarse en un dato que elige otro dato
. En estos casos habría coincidencia entre el discurso del capital y de la rentabilidad empresarial que pretenden anular nuestro deseo, o “desear” en nuestro lugar. Se cae en una objetivización de los afectos sin que cada cual lo sepa del todo claramente.
No hay creación psíquica sin un otro propiciador de un placer inicial, de una primera mirada espejo, y también de una soportable frustración que permite la posibilidad de alucinar y de crear representaciones en ausencia. Yo es otro. Y hoy este hecho estructurante de la subjetividad se quiere borrar. “Yo” no quiere de otro. En su lugar nacen ideales que promulgan un placer sin tregua o la obtención de un placer máximo a través de lo que he llamado el autoengendramiento (Burdet op cit). Fenómeno de autocreación delicioso de un sí mismo que se exhibe en las redes, sea el tiempo de un segundo, hambriento de
likes. Ovación al yo que se infla majestuosamente, tiende a devenir todopoderoso, y paradójicamente es frágil a expensas de los
likes propiciados por el otro tan a menudo desconocido y reducido a esta función. En vez de morir de amor hoy se puede morir de
likes. El yo ideal se impone.
Like significa “como”, “me gustas”. También es la nueva moneda amorosa que nada siente, propiciada por gigantes como Facebook. Malestar novedoso en cuando que se está pasando del discurso a la imagen. La libido se ha retirado en estos casos del objeto y ha vuelto al yo.
Por ambos lados, del sujeto en demanda exhibicionista y del objeto que mira, hay una avería del discurso convertido en “peau de chagrín”, suerte de piel menguante.
Cabe destacar que lo que se muestra de sí son imágenes construidas, retocadas, elegidas previamente desde un yo, unos afectos, un inconsciente y unos ideales. Es decir que lo que se ofrece para la construcción del sí mismo (“moi”)
on line, difiere del yo “je”, y es una representación más cercana al campo imaginario que al campo simbólico en términos lacanianos.
Si bien el tinte narcisista del mecanismo está claro, ofrece una matización con relación a la teoría del narcisismo clásico definida por Freud (1914) retomando el mito ovidiano donde Narciso se enamora de su imagen. Uno,
on line,se mira en la imagen que le reflejan en las redes a partir de una imagen previamente elegida con fines sociales a su vez reflectada desde otros.
Desde la clínica podremos pensar en un riesgo de fragmentación, de dificultades en la creación del sujeto, y quizá en la vinculación de este fenómeno con cuestiones recientes que emergen como el poliamor y las polipertenencias de todo tipo.
[1]Burdet, M. (2018)
Amar en tiempos de Internet. ¿Me am@s o me follow?Underbau
Références
Aulagnier, P. (1975),
La violence de l´interprétation. Paris: PUF.
Bauman, Z. (2003), Titre original :
Liquid Love. Oxford: Blackwell Publishing Ltd.
L´amour liquide. De la fragilité des liens ente les hommes. Paris: Hachette Littératures
Freud, S. (1920),
Más allá del principio del placer.
Green, A. (1986), Primer Simposio de la Federación Europea de Psicoanálisis. Marsella. La pulsión de mort. Paris: PUF.
Pulsión de muerte, narcisismo negativo, función desobjetalizante. En La pulsión de muerte. Madrid: Amorrortu editores (1989).
Godart, E. (2018),
La psychanalyse va-t-elle disparaître? Paris: Albin Michel.
Kristeva, J. (1993),
Les nouvelles maladies de l´âme. Paris: Fayard.
Lipovetsky, G. (2006).
Le bonheur paradoxal. Essai sur la société de l´hyperconsommation, NRF Essais; Folio Essais 256.
Lyotard, J.F. (1979),
La condition postmoderne. Paris: Les éditions de Minuit.
Steiner, J (1995), Título original:
Psychic Retreats. London: Routledge, 1995.
Refugios psíquicos. APM. Biblioteca Nueva, 2013.